La psicología es una ciencia que ha estudiado durante años el comportamiento y los procesos mentales de los individuos y grupos. Se centra en comprender cómo pensamos, sentimos y actuamos, tanto a nivel individual como en interacción con otros y con el entorno. Uno de los ámbitos importantes de estudio ha sido el desarrollo de la inteligencia.
Revisemos brevemente un poco de historia:
En 1905, Alfred Binet, pedagogo y psicólogo francés, en colaboración con Theodore Simon, diseñó la primera prueba de predicción del rendimiento escolar: la Escala de Medida de la Inteligencia. Su objetivo era detectar estudiantes con deficiencias en el desarrollo cognitivo para poder mejorarlo.
En 1912, William Stern, psicólogo alemán, creó un método para registrar los resultados de las pruebas de inteligencia, que denominó coeficiente intelectual (C.I.). Este coeficiente se calcula dividiendo la edad mental por la edad cronológica y multiplicando el resultado por 100, donde un C.I. de 100 se considera el promedio.
La edad mental de un niño se calcula a través de pruebas de inteligencia como la Escala de Inteligencia para Niños de Wechsler Revisada (WISC-R), creada en 1974, y que se divide en dos escalas: verbal y manipulativa. Esta prueba evalúa habilidades como información, semejanzas, aritmética, vocabulario, comprensión, dígitos, figuras incompletas, historietas, cubos, rompecabezas, claves y laberintos.
Básicamente, la edad mental equivale al nivel de dominio de las habilidades esperadas según la edad, lo que incide en el cálculo del coeficiente intelectual.
Por otro lado, el psicólogo Howard Gardner define la inteligencia como «la capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas». Su Teoría de las Inteligencias Múltiples (1979) postula la existencia de varias inteligencias: intrapersonal, interpersonal, lógico-matemática, verbal, auditiva, espacial, corporal y naturalista.
Finalmente, la Teoría de la Modificabilidad Estructural Cognitiva (1983) del psicólogo Reuven Feuerstein sostiene que la inteligencia no está determinada por la genética, sino que es una capacidad dinámica que, expuesta a estímulos adecuados y a la intervención de un mediador eficaz, puede mejorar y crecer.
Por lo tanto, la inteligencia se compone de habilidades que no están determinadas por la genética y se desarrollan a través de oportunidades y aprendizajes efectivos acordes a la edad del niño. Estas habilidades son fundamentales para su desarrollo cognitivo, social, emocional y motor. Las etapas clave para este proceso de desarrollo son la pre-infancia y la niñez, es decir, hasta cuarto básico.
- Desarrollo Cognitivo
El desarrollo cognitivo es crucial durante estas etapas, ya que permite a los niños adquirir y mejorar habilidades de pensamiento, aprendizaje, razonamiento y resolución de problemas.
- La adquisición de procesos mentales como:
- Percepción: Procesar la información sensorial.
- Atención: Concentrarse y mantener el enfoque.
- Memoria: Almacenar y recuperar información.
- La formación de hábitos como:
- Autodisciplina: Transformar la voluntad de actuar en un hábito.
- Cultivar la serenidad: Aprender a estar tranquilo y en paz.
- Autonomía: Tomar decisiones y resolver problemas.
- Práctica: Ejercitar de manera sistemática, dando el máximo esfuerzo.
- El desarrollo de habilidades básicas como:
- Lenguaje: Comunicar y comprender tanto el idioma nativo como el extranjero.
- Cálculo Mental: Analizar situaciones y encontrar soluciones.
Síntomas de falta de desarrollo cognitivo: Problemas de aprendizaje y desmotivación
- Desarrollo Social
Durante estas etapas de desarrollo, los niños aprenden las normas y valores éticos que rigen una sociedad. Esto implica adquirir conductas y actitudes adecuadas para interactuar y relacionarse de manera efectiva con los demás en su entorno, formando el hábito de adherirse a estas reglas.
Síntomas de falta de desarrollo social: Problemas conductuales y de convivencia
- Desarrollo Emocional
El desarrollo emocional es fundamental en estas etapas porque los niños aprenden a manejar y expresar sus emociones de manera apropiada y efectiva. Este proceso incluye el control de las respuestas emocionales ante diversas situaciones y la interacción efectiva con las emociones de los demás. Para ello, es necesario que el niño desarrolle el hábito de autocontrol o autorregulación emocional.
Síntoma de falta de desarrollo emocional: Problemas conductuales y de actitud
- Desarrollo Motor
Un desarrollo motor adecuado durante la pre-infancia y niñez es crucial para el futuro desempeño de los niños, ya que se refiere al proceso mediante el cual desarrollan o mejoran sus habilidades físicas y motrices. Estas habilidades se dividen en:
- Motoras gruesas: Movimientos grandes que involucran grupos musculares amplios, como correr, saltar y lanzar, así como las posturas corporales.
- Motoras finas: Movimientos más precisos y detallados, como escribir, dibujar o manipular objetos pequeños.
Síntoma de falta de desarrollo motor: Problemas de postura corporal, capacidad física, escritura y actitud frente al estudio.